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jueves, 10 de noviembre de 2011

Recibió su merecido.

Y nada más existió hasta el próximo tren. No comió, no durmió y apenas bebió hasta que Silvia estuvo de nuevo frente a él. Y otra vez le faltó valor para decirle que la quería. Y ella le miró intensamente con sus ojos negros, aún más expectantes que otras veces, quemando el último cartucho. Y Raúl desvió la mirada, la clavó en la puntera de los zapatos y la dejó ahí. Y Silvia suspiró y se fue musitando un "adiós" acuoso. Y él dejó escapar el último tren.

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