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martes, 21 de febrero de 2017

ELLA



Por fin se vieron cara a cara. Ella vestía túnica negra con capucha, portaba una guadaña en su mano derecha y con la izquierda le hizo gestos de que se acercara.
-  No voy a ir –gritó él, de pie, con las piernas abiertas y cruzándose de brazos. –Tengo muchas cosas que hacer todavía.
Ella se fue acercando lentamente, no se le veía la cara, oculta con la capucha. Él retrocedió un paso y la amenazó con el puño en alto, pero muerto de miedo.
- ¡No te acerques más! –chilló con la cara crispada. -¿Por qué vienes ahora? –Y comenzó a llorar a lágrima viva.
-  Ahora que he  terminado la carrera y encontrado trabajo. Ahora que, como dicen en el pueblo, “estoy bien colocao” ¿Ahora vienes tu a joderlo? pues no. Además, tengo novia. Sí, una chica preciosa y simpática ¡No puedo dejarla! ¿te enteras? –añadió dando un respingo y señalándola con un dedo acusador mientras se sorbía los mocos.
- También quiero montar el globo, aunque te parezca una tontería, pero lo tengo que hacer antes de irme.
- ¿Y qué me dices de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo? Nadie se debería marchar de aquí sin hacer esas tres cosas.  Pues que sepas que aún  no he conseguido ninguna , aunque tengo dos en proyecto. Como te he dicho antes tengo novia y he empezado a emborronar unos cuentos folios.
-   ¿Pero quién ha decidido que me tengo que ir ya? ¿tú, o tienes un jefe que te lo ha mandado? 
-¡ Contesta!  –añadió ante el silencio de ella.
- Como ves, tengo que quedarme. Y si te atreves, ven a por mí ¡Vamos!
Siguió otro silencio, ninguno se movió. Después ella avanzó lentamente, él retrocedió, tropezó y cayó al suelo. Aterrorizado, la vio acercarse y ponerle una mano huesuda en el hombro.
Él pataleó y chilló como si le estuvieran despellejando. Y ese sonido le despertó de su pesadilla.

martes, 20 de septiembre de 2016

Antes se escribían muchas cartas  y estas se esperaban con ilusión.
- Paqui, que tienes carta de Madrid. –gritaba el cartero.
Ella bajaba corriendo las escaleras, cogía el sobre y lo abría con ojos iluminados.
¿Y ahora qué? Ahora sólo se escriben e-mail, whatsapp, tweets y la madre que los parió. Con faltas de ortografía, abreviaturas y emoticonos. Impersonales y fríos retweets, me gusta, y compartir. Todo ello frío, mecánico, sin alma.
¿Dónde está aquello de “espero que al recibo de esta carta te encuentres bien, yo estoy bien g. a. D.”?
Ya no está, ya nadie escribe cartas. Eso era antes.

lunes, 29 de agosto de 2016

Vacío

                                                         


Ocho de la tarde. Terminas tu jornada laboral como ejecutivo de una empresa importante. Arrastrando los pies, con las manos en los bolsillos y los hombros caídos, te diriges al garaje donde está aparcado tu coche de gama alta.
A las nueve, llegas a tu domicilio situado en una urbanización lujosa. Cenas mientras ves la televisión, y no prestas atención a lo que comes ni a lo que ves.
Constatas un día más que eres prácticamente invisible para tu mujer y tus hijos, ocupados en sus quehaceres cotidianos. Te acuestas temprano y lees un poco hasta que te duermes.
Sueñas que caes en un abismo sin fondo. Las paredes negras pasan veloces ante tus ojos en sentido ascendente. Agitas brazos y piernas, el estómago se te sube a la garganta y un grito desgarrado sale de ella.

Te despiertas sentado en la cama, jadeando y bañado en un sudor frío. Por un momento sientes alivio porque sólo era un sueño, pero en el instante siguiente, te das cuenta de que continúas cayendo en un abismo insondable.

miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Por qué tienes los ojos tristes?

Julio ya no reía nunca. Dormía poco y mal, se despertaba a menudo bañado en sudor y le costaba volver a conciliar el sueño. Por eso al día siguiente estaba cansado y andaba arrastrando los pies con cara de asco.  
En el trabajo, se estaba ganando una fama de huraño que no creía justa, pero no tenía fuerza para cambiarla.
Esa mañana conducía su coche de gama alta, camino de su consulta de pediatría situada en la calle de Serrano de Madrid. El conductor de otro vehículo no respetó un “ceda el paso” y colisionó con el suyo. Julio salió de su coche con la documentación preparada para intercambiar los datos y hacer el parte de accidente. Del otro vehículo se apearon tres hombres con cara de pocos amigos, que se negaron a facilitarle los datos del suyo.  
Siguió una discusión cada vez más acalorada. Mientras sus dos compañeros continuaban gritando y haciendo aspavientos, uno de los individuos retrocedió unos pasos, fue al maletero de su coche y se acercó a Julio por detrás, con una palanca de cambiar ruedas en la mano. El golpe fue tremendo y Julio cayó con la sien derecha hundida. Un charco rojo oscuro se extendía con rapidez alrededor de su cabeza.
 - ¡Vámonos de aquí echando leches! –Gritó uno de ellos. Montaron en su coche y huyeron con chirrido de ruedas. 
Mientras su visión se nublaba, lo último que recordó fue la pregunta que le hizo una niña en su consulta mientras la auscultaba.  Le clavó su mirada azul en los ojos y dijo: 
- ¿Por qué tienes los ojos tristes?

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Desigualdad


Llovía y las gotas resbalaban por los cristales de la ventana del salón mientas ellos discutían dentro. La batalla estaba en su punto álgido. Sara atacaba con todo el armamento de que disponía. De pie, con los ojos encendidos y señalándole con su dedo índice, lanzaba andanada tras andanada sin reparar en el daño que pudiera causar. Javier sí, porque aunque se defendía con ardor, sólo empleaba munición de corto alcance para evitar males mayores. También estaba de pie, y sus manos, cuyos nudillos estaban blancos, aferraban el respaldo de la silla que tenía enfrente.
Cuando Sara agotó toda su munición, dio un portazo y se fue antes de que él pudiera replicar.
Los estragos en el ánimo de Javier fueron tremendos, porque además de los destrozos causados por los proyectiles de ella, una explosión hizo que estallara su propio depósito de municiones sin lanzar.
Después de tres días sin dirigirse la palabra, Sara se plantó delante de él con una media sonrisa.
-        ¿Hasta cuándo vas a estar así, sin hablar?
-        No lo sé.
-        Es que no entiendo por qué te dura tanto el enfado tras una discusión.
Siguió un silencio. Después, ella hizo un mohín e intentó darle un beso en la mejilla.

martes, 6 de noviembre de 2012

La taberna del callao

Javier Merchante, en su blog “La taberna del callao”, ha publicado el 3 de noviembre el audio de un microrrelato que le envié con el título de “Interpretación”.
El resultado ha sido magnífico. La ambientación y creatividad que consiguen Javier y su equipo en la dramatización del texto es impresionante.
Le agradezco mucho a Javier que eligiera mi texto para realizar esta representación auditiva.
A continuación pongo el enlace para poder escucharlo.


Gracias, otra vez, Javier.



http://latabernadelcallao.blogspot.com.es/2012/11/interpretacion.html

jueves, 10 de mayo de 2012

Harto


Ese maravilloso viaje que le habían prometido por sus buenas notas, ya no podría ser. Lo había tenido tan cerca después de tantas promesas. Pablo se mordía la mano para no llorar.
Su papá estaba sentado en una silla con la cabeza entre las manos. Su mamá le abrazaba mojándole con sus lágrimas. Esa mañana habían enterrado a su hermano pequeño en una cajita blanca.
¡Cómo odiaba al enano ese! Al nacer le robó a sus padres y al morirse, le quitó su viaje.